Las experiencias colectivas aquí documentadas se perciben excluidas del conjunto de imágenes (y sentidos) que ofrecen los medios de comunicación convencionales, ya sea porque se les invisibiliza o, cuando no, porque se les distorsiona, estigmatiza, criminaliza, victimiza, caricaturiza, folcloriza, etc. En suma, se reclama otra imagen, otra forma de aparecer, de ser vistas, de ser reconocidas. Ese reclamo, sin embargo, no aspira tanto a que los medios corrijan sus representaciones como a que las comunidades produzcan sus propias formas de visibilizarse, tomando forma un nosotros que reclama una suerte de derecho a la autorrepresentación y al hacerlo echan mano, entre otros medios de producción simbólica, del audiovisual.